El tesoro más preciado
Actualizado: 13 oct 2022
Él me enseñaba, diciendo:
“Retén mis razones en tu corazón,
guarda mis mandamientos y vivirás.”
Proverbios 4:4 (RVR 1995)
Cuando tenía cinco años conocí a mi mejor amigo. Recuerdo como si fuera ayer el día en que por primera vez lo cargué en mi brazos y lo miré a los ojos. Era mi nuevo hermano, recién salido del vientre de mi madre. Sergio es distinto en muchos aspectos a mí, sin embargo, hay cosas que nos gustan mutuamente, por ejemplo, jugar videojuegos. Uno de los títulos que más disfrutamos fue Uncharted 4. Este juego de aventura tenía tanto buenos gráficos como una historia envolvente que combinaba acción, aventura y la historia de dos hermanos, Nate y Sam Drake. La meta de la historia era descubrir un tesoro de un pirata de hace siglos que se hallaba en una isla recóndita y, para ello, debías ir encontrando pistas alrededor del mundo. Dicho tesoro no solo era anhelado por los protagonistas sino también por antagonistas que regularmente se involucraban en batallas con los Drake.

Foto de Suhash Villuri en Unsplash
En el universo Uncharted, el tesoro se encontraba en una gran bóveda llena de oro y piedras preciosas dentro de un antiguo barco. En el nuestro, la realidad, la historia de Nate y Sam no dista mucho de nuestras vidas. Estamos en busca de tesoros. Tú sabrás qué quieres. Quizás tener la casa de tus sueños, tener pareja e hijos, obtener un titulo de una universidad prestigiosa, tener un gran negocio o mucho dinero, etc. Regularmente tendemos a ver como grandes fortunas a las cosas físicas—incluidas las personas. No obstante, olvidamos que dentro de todos nosotros existe un tesoro que está por encima de todo aquello hecho de materia.
El corazón, un terreno muy fértil

Foto de Siebe Warmoeskerken en Unsplash
El corazón es el tesoro más preciado que existe en la vida. Es la base de los pensamientos, voluntades, emociones y conciencia. Es el manantial de la sabiduría y la cuna de la verdad. El punto de inicio de todas nuestras acciones y la puerta del alma. Es el yacimiento de la vida. Tanto así que desde el punto de vista médico, un daño en el corazón implica los riesgos más letales. El corazón es como un suelo fértil, capaz de hacer madurar todo aquello que se siembre. Desde un árbol de jugosos duraznos hasta hiedras mortalmente venenosas, por lo que los frutos del corazón pueden ser bondades o maldades. Tal cual, no existe nada más fértil que el corazón.
Y cuando algo es muy fértil automáticamente se convierte en muy atractivo. Por esta razón, el tesoro que bombea sangre de vida incesablemente es bombardeado por múltiples dardos constantemente. Dardos cargados de semillas de cualquier tipo. Pero debemos ser muy cuidadosos con aquello que impacta nuestro corazón porque puede que las semillas que se esparzan por la vastas montañas se escondan en espacios difíciles de escudriñar y, después, no sepamos de qué clase serán los frutos sino hasta después de que los primeros vestigios de sus tallos comiencen a sobresalir en la superficie. He aquí la importancia de guardar al corazón, de proteger a tan fructífero pero vulnerable lugar, de vigilar la clase de cultivo que estamos germinando. Porque como hombres y mujeres del campo deberíamos anhelar que nuestra cosecha sea la más preciosa—de mejor calidad. Y así como los cultivos se protegen de las plagas, el corazón debe resguardarse de la maldad.
La Espada protectora
Los frutos son nuestros pensamientos, voluntades, sentimientos y acciones. Estos pueden ser madurados en la verdad o en la mentira, en consecuencia, podemos conducir nuestra vida en medio de la verdad o la mentira. La verdad es todo lo bueno, agradable y puro. La mentira todo lo malo, corrupto y dañino. Como seres humanos estamos dotados de la razón que nos permite diferenciar entre el bien y el mal, y esta capacidad para identificar está acompañada con la libertad para escoger entre estos dos. Por esta razón, tenemos el poder de escoger qué permitimos que crezca y que no en nuestro corazón. No obstante, si no contamos con un instrumento que nos permita filtrar aquellas semillas que cada momento están colisionando con él, es muy sencillo que las hiedras tóxicas muy pronto comiencen a enredar las entrañas de nuestro tesoro. ¡Necesitamos protección! Requerimos de algo que nos permita hacer frente a las ideas corruptas que el viento arrastra. ¡La verdad! Solo la verdad puede salvar y proteger nuestro tesoro más valioso. La verdad es eterna, no perece, siempre es buena e incorruptible. Pero para mantenernos en la verdad debemos reafirmarla todos los días, no podemos soltarla. En nuestra vida, la verdad es Dios. Dios es todo lo bueno, agradable y puro. En Él nuestros frutos son preciosos y de máxima calidad.
Y la verdad permanecerá en nosotros tanto como nosotros estemos dispuestos a permanecer en la verdad. Porque tan pronto alejemos nuestra vida de la verdad, estaremos completamente vulnerables a la mentira del enemigo. Aquel que desea todo lo malo, corrupto y dañino para nosotros.
Por medio de la verdad nos hacemos con La Espada que protege nuestro corazón. Una Espada que rompe en pedazos aquellas semillas corruptas y las lanza lejos de los terrenos fértiles. Aquella con el poder de hacer madurar los mejores duraznos y permitirnos alcanzar la eternidad donde la verdad vive. Y La Espada protectora no es como una común y corriente, no es como las que exhiben en los grandes museos ni las que fueron usadas por lo legendarios Troyanos. Porque esta Espada fortalece y multiplica las energías de quien la empuña, de quien se sujeta de ella, y así sus fuerzas son intensamente mayores para proteger al corazón. La Espada lucha contra la mentira por nosotros. La Espada es Jesucristo. El hijo de Dios y poseedor de las llaves de la puerta a la vida eterna, donde el corazón no puede ser herido por las espinas de las hiedras.
Un tesoro engañoso
El corazón puede engañarte. Por naturaleza puede timarnos. ¿El motivo? Su motor son las emociones. No piensa, solo se deja llevar por lo que experimenta. Es por esto que se hace tan peligroso que el corazón dirija nuestra vidas. Si permitimos que el tesoro sea quién tome la decisiones muy pronto estaremos envueltos en caos total, lleno de tristezas, decepciones, angustias y, aquello más tóxico, mentiras. Esto va en contra de la común idea de hoy en día de hacer lo que diga el corazón, ya que por más romántica que pueda parecer, en realidad, esta filosofía puede ser muy fácilmente malinterpretada y convertirse en el principio de la perdición.
La mente es aquella que debe tomar las decisiones, no el corazón. Por esta razón se hace esencial, además de proteger al corazón, edificar el entendimiento en los principios de la verdad. De esta forma naturalmente hablarás, escucharás, verás y caminarás en los pasos del bien y no del mal, y tanto tus acciones como pensamientos estarán cada vez más alineados con lo correcto.
Renovación

Foto de Ashin K Suresh en Unsplash
Los seres que actúan en la verdad apartarán sus caminos de la mentira. Su mente pasará por un proceso de reprogramación, de limpieza y exfoliación. La envidia, la venganza, el resentimiento, la inmoralidad, la ansiedad, el irrespeto y el odio intentarán entrar ferozmente a la puerta del alma pero no podrán hacerle frente al amor, a la justicia, a la paz, a la moralidad y a la buena voluntad. En otras palabras, la salud mental será optima. Guardar el corazón produce una salud mental excelente. Es el antídoto ante la toxicidad que se escurre por el mundo. Tal como dice el dicho “mente sana, cuerpo sano”, al tener un cambio positivo genuino en nuestro interior, el exterior reflejará progresivamente todo lo bueno, agradable y puro, ya que el Espíritu Santo será quien constantemente renueve nuestro tesoro más preciado. Nos hable a la consciencia y ayude a diferenciar las semillas buenas de las malas a través del discernimiento.
“Y la verdad permanecerá en nosotros tanto como nosotros estemos dispuestos a permanecer en la verdad.”
Por último, debe ser nuestra prioridad permanecer sanos. Sanidad en el corazón y en la mente es un trabajo del día a día, requiere de primero, una relación, y segundo, un compromiso con nosotros mismos y con Dios—trinidad. "Porque solo Dios sabe cuáles batallas deben ser peleadas en el camino hacia la paz" (Peterson, 2018). Para mejorar el mundo primero tienes que mejorarte a ti y el cambio necesariamente, para que pueda permanecer y no muera en algo temporal, debe ser hecho de adentro hacia afuera. Más que un cofre lleno de monedas, coronas y preseas, hoy te invito a que guardes tu corazón.
🫀
Agradecimientos
Gracias especiales a mi madre y a mi amigo Julián por ayudarme en el proceso creativo para hacer realidad este mensaje.
Referencias
Peterson, J. (2018). 12 rules for life. Random House Canada.
Si te gustó el mensaje, te agradezco mucho si lo compartes y me dejas tu like. Me encantaría leer qué piensas sobre este tema abajo en los comentarios. Te deseo una buena semana, ¡nos vemos! ❤
¡No te pierdas el mensaje anterior!
⬅️14 de Septiembre 2022